Las flores de otoño se fueron pudriendo en el cuerpo
viejo y deforme de la triste señora de risa fácil.
En su mirada se podía dislumbrar un brillo, ese brillo
que solo tienen las personas que han vivido y han muerto
en este mismo mundo. No hacia falta que dijera nada, sus ojos
maltrechos pedían la nostalgia de aquel abrazo en París,.
No hacia falta que hablara, un día se le acabaron las palabras
La mejor escritora como siempre. Te extraño Gabrielle.
ResponderEliminarVlad Bathory Vanlitch Ludovic.